lunes, 9 de febrero de 2009

TABLADA DEL RUDRÓN EN VIVO

TABLADA DEL RUDRÓN EN VIVO.


En el mes de septiembre de 2008, un grupo de personas nos propusimos limpiar la oquedad de la peña donde se encontraba la ermita de Santa Marina. Haría unos 30 años que no se quitaba la maleza de ella, salvo la estrictamente necesaria para acceder a la misma. Toda la vegetación fue cortada, a excepción de dos majuelos que se dejaron para injertar algún níspero. De este modo quedó al descubierto todo el perímetro de la ermita, cuyos cimientos, fundamentados directamente sobre la roca, están fabricados con piedra y argamasa. El siguiente pasó será retirar toda la tierra para dejar la roca a la vista y así impedir el crecimiento de la vegetación.La ermita ya existía en el siglo XII, aunque no fue hasta el siglo XVI cuando adquirirá mayor protagonismo a raíz de la celebración de una romería el 18 de junio, festividad de Santa Marina, romería que se dejó de hacer a principios del siglo XX.


El pilón de El Tejo se halla a la vera del antiguo camino de Santa Marina, dentro de un bosque de robles y hayas. Su abandono había favorecido la pérdida del manantial y el crecimiento de un sauce dentro del abrevadero. Se limpió su interior, la surgencia y las zonas inmediatas, comprobando así el buen estado de la estructura a pesar de su falta de uso desde hace unos 35 años.


A las 3.10 horas de la madrugada del domingo 10 de junio de 2007 se produjo una gran tormenta con fuerte aparato eléctrico y estruendo. Aunque en el pueblo solo cayeron 33 litros esa noche, al parecer, en La Atalaya, cayó mucha más cantidad. La concentración de gran cantidad de agua en poco tiempo y la fuerte pendiente existente entre el origen de la arroyada en La Atalaya y la desembocadura del arroyo El Cucarón en el río Rudrón, produjo el arrastre de tierra y piedras (algunas de más de 1.000 kg) que arrancaron de cuajo toda la vegetación que encontró a su paso, descortezó árboles y dejó sin hoja a arbustos, quedando al descubierto, en muchos tramos, la roca del cauce. También levantó bastantes piedras del empedrado de La Calzada, en el término de Lompedrao. El puente de la ermita quedó encenagado y el agua circuló por encima de la carretera, destruyendo parte del muro de contención de la propiedad de Jerónimo. Al llegar al río, el arroyo depositó un enorme montón de sedimentos, cortando parcialmente el curso fluvial. Cuentan las personas mayores que hacía 1929 hubo otra crecida semejante de El Cucarón. En esta ocasión su virulencia afectó a los cimientos de la casa de Villa, socavando el zócalo y metiéndose en las cuadras. Entonces hubo que poner zamanzos en el hueco abierto por las aguas y sacar a los cerdos de la corte. En otra ocasión, la acumulación de derrubios en la finca de Marcelino Campillo fue tan grande que cubrió el tronco de nogales y manzanos hasta el arranque de las ramas.
FOTOS: Jacinto Campillo C.

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