Bernardino Moradillo Ruiz, artista sandovalés.
Canto a Tablada.
Tablada antigua,
Tablada nueva;
Tablada núbil,
verde doncella...
verdes montañas
de hirsutas crestas,
ondulaciones
en sus laderas;
valle profundo
en la floresta
y un río macho
se hincha en sus venas
cuando fecunda
dóciles hembras,
las de los huertos
fértiles vegas...
Amo a Tablada˘
˘arcádica aldea:
Rudrón invita˘
˘a sus hijas bellas
a deslizarse
en su linfa inquieta;
en el estío
con gusto aceptan
y en sus recodos
peinan sus crenchas
y emparejados
tritón nereida,
cercos de espuma
liviana trenzan...
y el tenso puente
de verde torso
el ritmo aplaude
de sus retozos.
Tablada antigua,
Tablada nueva;
Tablada núbil,
verde doncella...
verdes montañas
de hirsutas crestas,
ondulaciones
en sus laderas;
valle profundo
en la floresta
y un río macho
se hincha en sus venas
cuando fecunda
dóciles hembras,
las de los huertos
fértiles vegas...
Amo a Tablada˘
˘arcádica aldea:
Rudrón invita˘
˘a sus hijas bellas
a deslizarse
en su linfa inquieta;
en el estío
con gusto aceptan
y en sus recodos
peinan sus crenchas
y emparejados
tritón nereida,
cercos de espuma
liviana trenzan...
y el tenso puente
de verde torso
el ritmo aplaude
de sus retozos.
En la nostalgia
del pensamiento
la imagen brota
de estos recuerdos,
y en las montañas,
y en los roquedos
a mis conjuros
suenan sus ecos...
Viva Tablada,
luz y reflejos,
viva Tablada
del pastoreo.
¡Vivan los jóvenes!
¡Vivan los viejos! -
Tablada –agosto -85
Firma: B. Moradillo
(Transcripción: Julio Alonso Asenjo *) * Hermoso canto a Tablada del Rudrón bajo forma de fábula del tritón Rudrón y sus nereidas.
del pensamiento
la imagen brota
de estos recuerdos,
y en las montañas,
y en los roquedos
a mis conjuros
suenan sus ecos...
Viva Tablada,
luz y reflejos,
viva Tablada
del pastoreo.
¡Vivan los jóvenes!
¡Vivan los viejos! -
Tablada –agosto -85
Firma: B. Moradillo
(Transcripción: Julio Alonso Asenjo *) * Hermoso canto a Tablada del Rudrón bajo forma de fábula del tritón Rudrón y sus nereidas.
http://www.sandovaldelareina.com/castellano/arte/bernardino/canto_a_tablada.htm - 18k -
Lema: «Un autor es su texto, lo único que nos queda, e imponerle biografismos arriesgados, sociologismos o historicismos externos hipotéticos resulta aplastarlo desde afuera con pautas artificiales exteriores a las que, por supuesto, todo texto responde. Lo sano es partir del interior y, eventualmente, llegar a su entorno. Lo inverso es partir de presupuestos ideológicos» (Benito Pelegrín).
Nació Bernardino en Sandoval de la Reina, el 20 de mayo de 1916. Murió en Burgos, el 24 de setiembre de 1986. Hijo de Esiquio Moradillo Ruiz y de Josefa Ruiz Rodríguez, labradores. Huérfano de padre a los 9 años, fue su abuelo, Melquiades Ruiz, herrero de profesión, quien le creó el interés por el estudio. Para poder seguir estudiando y labrarse un futuro mejor, como era habitual, hasta hace poco tiempo, al menos en las zonas rurales de Castilla, un muchacho como él de familia muy numerosa y no pudiente, tenía que ingresar en un seminario o internado religioso…
Pasaba sus vacaciones en Sandoval y, sobre todo, desde 1965, en su casa de Tablada del Rudrón, al norte de la provincia de Burgos, realizando trabajos de encargo por las razones anteriormente señaladas, como ayuda o regalo a familiares (pintura, trabajo en madera, en mármol, construcción de zócalos, etc.), para decoración de su casa o por puro placer de creación estética.
Entre 1948 y 1964, despliega su actividad en su base de Sandoval (primero en la casa familiar, más tarde en la ermita y en la iglesia) y pueblos de los alrededores (Guadilla, Ordejón...). En sus vacaciones en Tablada, donde abunda la madera de nogal y la piedra caliza, materiales que lo atraen como artista, tallando primero en madera y, más tarde en piedra. De sus tallas en nogal conocemos la serie de Máscaras; dos excelentes Figuras, una de ellas primorosamente pintada; la talla de un Cristo crucificado y un tablero con el gracioso motivo de Baco. Talla también en madera de peral un placentero Jarrón y las muy originales y bellas Leda y el Músico. En pino talló un fantástico Capitel.
Con piedra caliza modelada embellece su casa con formas góticas, que van de lo antiguo a lo moderno (ventanas y puerta), o el jardín, con una cabeza de caballo y, con ecos de algún tema mitológico, plasma su nostalgia de la “Niña” perdida. Extraordinariamente bella y de trazo plenamente clásico es la Fuente de Tablada (1980), culto a la mansedumbre y frescura de las corrientes cristalinas del Rudrón, río de vida –pesca, actividad que alguna vez atrajo al artista-, que labra con idéntico estilo, pero en arrebato de pasión, en su Canto a Tablada (1985), cifra de su vida (con el trabajo y el cariño familiar), belleza y placer:
No pudo concluir la compleja talla del Escudo de armas de la familia Lucio. Y, entre estos materiales que había contemplado y modelado, entre piedras y aguas, quiso quedar: con su esposa reposa en el camposanto de Tablada
Es difícil no ver en ello la muestra de una acomodación externa al estilo imperante del imperio que se proclamaba redivivo en la propaganda y en la educación controlada (formación bíblico-clasicista, tridentinismo neocatólico y especulación de la neoescolástica) y, al mismo tiempo y desde dentro, una demostración de una voluntad de resistencia y de disidencia a la misma, como si se sintiera sufrida imposición. Ahí están las cálidas representaciones de los mitos y de la fuerza del instinto que gobierna la historia. Por otro lado, el intento fallido de condenar esa realidad fascinante, que se siente como propia y, como tal, se expresa. (Reaparece con gran vigor en la “Fábula de Rudrón y sus nereidas” del Canto a Tablada, en la talla de Leda, en las risas y guiños del Músico y del diabólico capitel...) Por eso, es importante descifrar, más allá de la Victoria, de Salomé, de Eva, a la modelo figurada y amada en su carnalidad.
Lema: «Un autor es su texto, lo único que nos queda, e imponerle biografismos arriesgados, sociologismos o historicismos externos hipotéticos resulta aplastarlo desde afuera con pautas artificiales exteriores a las que, por supuesto, todo texto responde. Lo sano es partir del interior y, eventualmente, llegar a su entorno. Lo inverso es partir de presupuestos ideológicos» (Benito Pelegrín).
Nació Bernardino en Sandoval de la Reina, el 20 de mayo de 1916. Murió en Burgos, el 24 de setiembre de 1986. Hijo de Esiquio Moradillo Ruiz y de Josefa Ruiz Rodríguez, labradores. Huérfano de padre a los 9 años, fue su abuelo, Melquiades Ruiz, herrero de profesión, quien le creó el interés por el estudio. Para poder seguir estudiando y labrarse un futuro mejor, como era habitual, hasta hace poco tiempo, al menos en las zonas rurales de Castilla, un muchacho como él de familia muy numerosa y no pudiente, tenía que ingresar en un seminario o internado religioso…
Pasaba sus vacaciones en Sandoval y, sobre todo, desde 1965, en su casa de Tablada del Rudrón, al norte de la provincia de Burgos, realizando trabajos de encargo por las razones anteriormente señaladas, como ayuda o regalo a familiares (pintura, trabajo en madera, en mármol, construcción de zócalos, etc.), para decoración de su casa o por puro placer de creación estética.
Entre 1948 y 1964, despliega su actividad en su base de Sandoval (primero en la casa familiar, más tarde en la ermita y en la iglesia) y pueblos de los alrededores (Guadilla, Ordejón...). En sus vacaciones en Tablada, donde abunda la madera de nogal y la piedra caliza, materiales que lo atraen como artista, tallando primero en madera y, más tarde en piedra. De sus tallas en nogal conocemos la serie de Máscaras; dos excelentes Figuras, una de ellas primorosamente pintada; la talla de un Cristo crucificado y un tablero con el gracioso motivo de Baco. Talla también en madera de peral un placentero Jarrón y las muy originales y bellas Leda y el Músico. En pino talló un fantástico Capitel.
Con piedra caliza modelada embellece su casa con formas góticas, que van de lo antiguo a lo moderno (ventanas y puerta), o el jardín, con una cabeza de caballo y, con ecos de algún tema mitológico, plasma su nostalgia de la “Niña” perdida. Extraordinariamente bella y de trazo plenamente clásico es la Fuente de Tablada (1980), culto a la mansedumbre y frescura de las corrientes cristalinas del Rudrón, río de vida –pesca, actividad que alguna vez atrajo al artista-, que labra con idéntico estilo, pero en arrebato de pasión, en su Canto a Tablada (1985), cifra de su vida (con el trabajo y el cariño familiar), belleza y placer:
No pudo concluir la compleja talla del Escudo de armas de la familia Lucio. Y, entre estos materiales que había contemplado y modelado, entre piedras y aguas, quiso quedar: con su esposa reposa en el camposanto de Tablada
Es difícil no ver en ello la muestra de una acomodación externa al estilo imperante del imperio que se proclamaba redivivo en la propaganda y en la educación controlada (formación bíblico-clasicista, tridentinismo neocatólico y especulación de la neoescolástica) y, al mismo tiempo y desde dentro, una demostración de una voluntad de resistencia y de disidencia a la misma, como si se sintiera sufrida imposición. Ahí están las cálidas representaciones de los mitos y de la fuerza del instinto que gobierna la historia. Por otro lado, el intento fallido de condenar esa realidad fascinante, que se siente como propia y, como tal, se expresa. (Reaparece con gran vigor en la “Fábula de Rudrón y sus nereidas” del Canto a Tablada, en la talla de Leda, en las risas y guiños del Músico y del diabólico capitel...) Por eso, es importante descifrar, más allá de la Victoria, de Salomé, de Eva, a la modelo figurada y amada en su carnalidad.
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